¿Por qué cada paloma
que acojo en la cavidad de mi pecho,
y nutro con la calidez de mis entrañas,
y cuyas alas curo y vendo,
se convierte en un buitre negro,
ave carroñera que desolla
el corazón que ella misma ha infartado?
Análogo al hígado de Prometeo,
el ciclo vuelve a empezar
cada vez que éste se regenera.
Grotesca forma de castigo
ante mi constante ceguera.