El crepúsculo la batalla ha ganado
y hasta lo más recóndito del bosque
su sombra ha llegado
y hacer mis esperanzas perecer.
La tormenta por fin ha cesado,
pero todo lo que ha destruido
aún no ha sido arreglado
y no lo será jamás, de cualquier modo.
Desangrándose de pena
está el amanecer.
Y yo, ya harto de tedio
y gritando al infinito digo:
arráncame los ojos, destino.
Arráncame la cordura, dolor.
Pero por favor, Tiempo,
escucha a este saco de escoria,
que lo único que te pide es que
la borres de mi corazón
y de mi memoria.
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