Miel.
Un velo de pálido ámbar
cubre su rostro inmaculado.
Una pura y misteriosa aura
la envuelve en su regazo.
Miel.
Lagos de aguamarina
se desbordan en cascada.
Oceánico y cristalino índigo
refleja mi sonrisa en su mirada.
Miel.
Un ave fénix levanta el vuelo,
renace de las cenizas,
se libra de ásperas caricias
que le ataban a podridas correas de cuero.
Miel.
Porque aunque ya esté moribundo
proclamaría en mi último estertor:
Y es que tú eres mi Venus,
tú eres mi mundo,
tú eres mi vida, tú eres mi sol.
Miel.
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