Vuela, águila.
Despliega tus alas inmaculadas
y despega
ya exenta de cualquier atadura,
de cualquier bozal.
Servidor
-cuervo gris y corroído-
te observará marchar.
Y aunque se halle hundido,
descompuesto y desvalido,
no vuelvas la vista atrás.
Porque él te ama
y ha jurado no olvidarte nunca
aún sabiendo que
el amor entre un águila
y un cuervo
nunca llegaría a despegar.
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