lunes, 11 de febrero de 2013

Requiescant in pace.

Esa sensación en el pecho 
de cuando lo inminente
es, si cabe,
aún más vaticinable. 
Esas manos hipócritas
que te llevan lejos de mí.
Esa máscara de valores arcaicos
-obsoletos y primitivos, mas indiscutibles-
que afirman que lo que hay
será así por los siglos
de los siglos.

Y es que una parte en mí 
se niega.
Y se rompe.
Y cae
y vuelve a caer para levantarse
y seguir luchando
-ya sin armas-
contra lo establecido,
en ese coliseo de vanidades que llamamos 
sociedad. 
 
Son los cristianos quienes, esta vez, me echan a los leones. 

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